Estas
palabras de Lacan, pronunciadas en junio de 1975 han sido
transcriptas en el n°24 de las "Lettres de l’Ecole"
Sobre el Placer y la
Regla Fundamental - Intervención a continuación de la
exposición de André Albert
Quisiera poner el
acento - el acento de mi aprobación- sobre lo que ha hecho André
Albert. Quiero decir que verdaderamente, es por completo notable que
él haya logrado, sobre eso en lo cual él se proponía retener la
atención, a saber la Regla Fundamental, que él haya logrado muy
notablemente agotar, hay que decirlo, todo lo que se encuentra en los
enunciados de Freud primero, y, si lo puedo decir aún mejor, los
puntos a los que había hecho referencia yo mismo.
Sin duda el
conocimiento de esta Regla Fundamental está supuesta por mi, ser
conocida por todos aquellos que, en un grado cualquiera, entran en la
experiencia analitica ya que de alguna manera es la condición. Pero
que haya sido buscada en los puntos que convenían a eso en los
cuales me refiero a ella sin nombrarla expresamente, ha sido objeto
de una verdadera exhaución, y no puedo decir que no esté también
impactado por eso, lo cual por otro lado, le agradezco. Es muy
notable y eso vale la pena tal vez que volvamos a lo que él ha
enunciado, en la medida en que ha sido grabado, que se vuelva a ello
como a un texto totalmente fundamental.
El hecho que él de
inmediato haya producido como esencial la relación de esta Regla al
Principio del placer, me parece dar cuenta de lo que ha sabido decir
de ello. El Principio del placer, para poner sin embargo un poco de
peso en mi contribución, ha sido acentuado de una manera por
completo particular por gente gracias a quienes - es preciso saber
eso de lo cual se habla cuando se habla del Principio del placer y no
se puede precisarlo mejor que como lo ha hecho Freud; es el principio
de atemperar, de taponar la estimulación. Eso comporta por supuesto
una cierta astucia, pero al fin una astucia que justamente consiste
en no poner el acento sobre la trampa. La trampa, no es lo que se
llama el placer. La trampa es el goce.
El Principio del
placer, para decir no obstante algo que es demasiado a menudo
olvidado, el principio del placer, para decirlo claro, es el no hacer
un carajo, hacer lo menos posible. Y el mejor certificado de
inteligencia- digo de inteligencia- que se pueda dar a alguien, es de
lograrlo en una cierta medida.
Entonces es bien
evidente que el enunciado de la Regla Fundamental, es cuando incluso
decir a una persona que viene a pedirles algo, una ayuda en la
ocasión, la Regla Fundamental, no es otra cosa que hacerle notar
que es preciso gotear un minimo para hacer algo juntos, a saber que
eso no puede andar si de alguna manera uno no va hasta lo que
disgusta, no al analista sino que disgusta profundamente a cualquiera
sea: el hacer un esfuerzo.
Es muy dificil no
advertir que al mismo tiempo, como se dice, el analista encuentra un
aliado en el super-yo, es justamente lo que hace- y es por eso que he
tratado de definirlo de la manera, que al fin de su exposición,
André Albert ha querido recordar, como el imperativo del goce.
Entonces hay algo que lamento absolutamente, el tener el aire de
darle una buena nota, puesto que él no tiene ninguna necesidad de mí
para, esa buena nota, dársela solo, es sin embargo que él ha
decentemente, es el caso decirlo, hecho intervenir ahi adentro la
función de la lógica, que es, por supuesto, tal como yo la he
definido, eso solo por lo cual hay un acceso a lo real, y no soy yo
quien va a enseñarle que él ha hecho una observación concerniente
a eso de lo que es cuestión en la Regla Fundamental, una pequeña
nota al pasar: la singularidad ha dicho, de lo que no debe ser
omitido. Digo eso pues lo he relevado, he tomado muchas notas, he
seguido muy de cerca todo lo que él ha dicho; y esta referencia a la
singularidad, pienso que de todos modos hay bastante gente acá que
han leido Aristóteles para saber que lo singular, es muy distinto de
lo particular.
Hay alguien- no he
anotado su nombre, lo lamento- quien hace un momento ha evocado entre
aquellos que han intervenido, la particularidad, me parece bien. Para
Aristóteles no existe al fin de cuentas más que lo particular. Lo
particular, eso se define por una cierta forma del nudo que he creído
poder entender en esta referencia a la particularidad, no sé sino
que ella- es al menos sobre eso que he tomado mi nota- que la
particularidad eso se define en todos los niveles, eso se define por
lo universal, y que de una cierta manera, se puede decir que si no
hubiera simbólico, es decir esta especie de inyección de
significantes en lo real con lo cual estamos forzados a componer, no
habría síntoma. Y el síntoma es la particularidad, en tanto que es
lo que nos hace cada uno un signo diferente de la relación que
tenemos, en tanto que hablaseres, a lo real. Lo universal, ahi
adentro, es siempre algo que se hurta del horizonte y al cual no
hacemos referencia más que por la numeración (son mis palotes,
pienso que hay muchos acá que los conocen).
Entonces el
desfasaje es eso: es que nosotros no podemos, en el fondo, dar como
regla- y es sin embargo indispensable saberlo en lo que concierne a
la admisión de alguien en eso por lo cual nos comprometemos respecto
de él, es sin embargo el síntoma lo que está en el corazón de
esta regla. Lo que en el enunciado de la Regla Fundamental está
apuntado, es la cosa de la cual el sujeto está lo menos dispuesto a
hablar, es a saber digamos, puesto que quiero articular bien las
cosas, es de su síntoma, de su particularidad.
Y es en eso que es
notable lo que ha indicado solamente André Albert, es que lo único
que vale no es lo particular, es lo singular. La regla quiere decir:
vale la pena, eso dice muy bien lo que quiere decir, es lo que he
llamado hace un momento: hay que sudar un poco- eso vale la pena de
andar rodando a través de toda una serie de particulares para que,
como él dice, algo singular no sea omitido. Eso vale la pena de
gozar de esta posición única que se define sólo de una manera, lo
he evocado hace un tiempo en mi seminario, con eso que he llamado el
encuentro, el encuentro que no es nunca uno verdadero, que no es más
que una veleta, por el tironeo del nudo que está sin embargo para
cada uno estrictamente especificado.
Si algo se
encuentra que defina lo singular, es lo que he llamado sin embargo
por su nombre, un destino, es eso lo singular, eso vale la pena de
ser sacado, y eso no se hace más que por una buena suerte, una
suerte que tiene de todos modos sus reglas.
Hay una manera de
estrechar lo singular, es por la vía justamente de ese particular,
ese particular que he hecho equivaler a la palabra síntoma.
El psicoanálisis,
es esa búsqueda de la buena suerte, que no es siempre forzosamente
ni necesariamente lo que se llama una felicidad comprimiéndola en
una sola palabra. Pero es claro que cuando nos proponemos la Regla
Fundamental, hacemos referencia específicamente a la particularidad,
en tanto que ella molesta al Principio del placer. El Principio del
placer consiste en no tener nada de particular. El principio del
placer, es sin embargo eso a lo cual mucha gente aùn se ata: a lo
cordial, a lo normal, en dos palabras. El análisis es algo que nos
indica que no hay sino el nudo del sintoma (symptôme) para el cual
es preciso evidentemente sudar un poco hasta llegar a aprehenderlo, a
aislarlo; a tal punto es preciso sudar un poco que uno puede incluso
hacer de eso un nombre, como se dice, de ese sudaje. Es lo que
desemboca en ciertos casos en el colmo de lo mejor que puede hacerse:
una obra de arte.
Nosotros, no es nuestra
intención. No es en absoluto conducir a alguien a hacerse un nombre
ni a hacer una obra de arte. Es algo que consiste en incitarlo a
pasar por el buen agujero de lo que le es ofrecido, a él, como
singular.
Traducción: Paula Hochman Vappereau
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