domingo, 9 de febrero de 2014

Sobre el Placer y la Regla Fundamental - Jacques Lacan


Estas palabras de Lacan, pronunciadas en junio de 1975 han sido transcriptas en el n°24 de las "Lettres de l’Ecole"

Sobre el Placer y la Regla Fundamental - Intervención a continuación de la exposición de André Albert


Quisiera poner el acento - el acento de mi aprobación- sobre lo que ha hecho André Albert. Quiero decir que verdaderamente, es por completo notable que él haya logrado, sobre eso en lo cual él se proponía retener la atención, a saber la Regla Fundamental, que él haya logrado muy notablemente agotar, hay que decirlo, todo lo que se encuentra en los enunciados de Freud primero, y, si lo puedo decir aún mejor, los puntos a los que había hecho referencia yo mismo.
Sin duda el conocimiento de esta Regla Fundamental está supuesta por mi, ser conocida por todos aquellos que, en un grado cualquiera, entran en la experiencia analitica ya que de alguna manera es la condición. Pero que haya sido buscada en los puntos que convenían a eso en los cuales me refiero a ella sin nombrarla expresamente, ha sido objeto de una verdadera exhaución, y no puedo decir que no esté también impactado por eso, lo cual por otro lado, le agradezco. Es muy notable y eso vale la pena tal vez que volvamos a lo que él ha enunciado, en la medida en que ha sido grabado, que se vuelva a ello como a un texto totalmente fundamental.
El hecho que él de inmediato haya producido como esencial la relación de esta Regla al Principio del placer, me parece dar cuenta de lo que ha sabido decir de ello. El Principio del placer, para poner sin embargo un poco de peso en mi contribución, ha sido acentuado de una manera por completo particular por gente gracias a quienes - es preciso saber eso de lo cual se habla cuando se habla del Principio del placer y no se puede precisarlo mejor que como lo ha hecho Freud; es el principio de atemperar, de taponar la estimulación. Eso comporta por supuesto una cierta astucia, pero al fin una astucia que justamente consiste en no poner el acento sobre la trampa. La trampa, no es lo que se llama el placer. La trampa es el goce.
El Principio del placer, para decir no obstante algo que es demasiado a menudo olvidado, el principio del placer, para decirlo claro, es el no hacer un carajo, hacer lo menos posible. Y el mejor certificado de inteligencia- digo de inteligencia- que se pueda dar a alguien, es de lograrlo en una cierta medida.
Entonces es bien evidente que el enunciado de la Regla Fundamental, es cuando incluso decir a una persona que viene a pedirles algo, una ayuda en la ocasión, la Regla Fundamental, no es otra cosa que hacerle notar que es preciso gotear un minimo para hacer algo juntos, a saber que eso no puede andar si de alguna manera uno no va hasta lo que disgusta, no al analista sino que disgusta profundamente a cualquiera sea: el hacer un esfuerzo.
Es muy dificil no advertir que al mismo tiempo, como se dice, el analista encuentra un aliado en el super-yo, es justamente lo que hace- y es por eso que he tratado de definirlo de la manera, que al fin de su exposición, André Albert ha querido recordar, como el imperativo del goce. Entonces hay algo que lamento absolutamente, el tener el aire de darle una buena nota, puesto que él no tiene ninguna necesidad de mí para, esa buena nota, dársela solo, es sin embargo que él ha decentemente, es el caso decirlo, hecho intervenir ahi adentro la función de la lógica, que es, por supuesto, tal como yo la he definido, eso solo por lo cual hay un acceso a lo real, y no soy yo quien va a enseñarle que él ha hecho una observación concerniente a eso de lo que es cuestión en la Regla Fundamental, una pequeña nota al pasar: la singularidad ha dicho, de lo que no debe ser omitido. Digo eso pues lo he relevado, he tomado muchas notas, he seguido muy de cerca todo lo que él ha dicho; y esta referencia a la singularidad, pienso que de todos modos hay bastante gente acá que han leido Aristóteles para saber que lo singular, es muy distinto de lo particular.
Hay alguien- no he anotado su nombre, lo lamento- quien hace un momento ha evocado entre aquellos que han intervenido, la particularidad, me parece bien. Para Aristóteles no existe al fin de cuentas más que lo particular. Lo particular, eso se define por una cierta forma del nudo que he creído poder entender en esta referencia a la particularidad, no sé sino que ella- es al menos sobre eso que he tomado mi nota- que la particularidad eso se define en todos los niveles, eso se define por lo universal, y que de una cierta manera, se puede decir que si no hubiera simbólico, es decir esta especie de inyección de significantes en lo real con lo cual estamos forzados a componer, no habría síntoma. Y el síntoma es la particularidad, en tanto que es lo que nos hace cada uno un signo diferente de la relación que tenemos, en tanto que hablaseres, a lo real. Lo universal, ahi adentro, es siempre algo que se hurta del horizonte y al cual no hacemos referencia más que por la numeración (son mis palotes, pienso que hay muchos acá que los conocen).
Entonces el desfasaje es eso: es que nosotros no podemos, en el fondo, dar como regla- y es sin embargo indispensable saberlo en lo que concierne a la admisión de alguien en eso por lo cual nos comprometemos respecto de él, es sin embargo el síntoma lo que está en el corazón de esta regla. Lo que en el enunciado de la Regla Fundamental está apuntado, es la cosa de la cual el sujeto está lo menos dispuesto a hablar, es a saber digamos, puesto que quiero articular bien las cosas, es de su síntoma, de su particularidad.
Y es en eso que es notable lo que ha indicado solamente André Albert, es que lo único que vale no es lo particular, es lo singular. La regla quiere decir: vale la pena, eso dice muy bien lo que quiere decir, es lo que he llamado hace un momento: hay que sudar un poco- eso vale la pena de andar rodando a través de toda una serie de particulares para que, como él dice, algo singular no sea omitido. Eso vale la pena de gozar de esta posición única que se define sólo de una manera, lo he evocado hace un tiempo en mi seminario, con eso que he llamado el encuentro, el encuentro que no es nunca uno verdadero, que no es más que una veleta, por el tironeo del nudo que está sin embargo para cada uno estrictamente especificado.
Si algo se encuentra que defina lo singular, es lo que he llamado sin embargo por su nombre, un destino, es eso lo singular, eso vale la pena de ser sacado, y eso no se hace más que por una buena suerte, una suerte que tiene de todos modos sus reglas.
Hay una manera de estrechar lo singular, es por la vía justamente de ese particular, ese particular que he hecho equivaler a la palabra síntoma.
El psicoanálisis, es esa búsqueda de la buena suerte, que no es siempre forzosamente ni necesariamente lo que se llama una felicidad comprimiéndola en una sola palabra. Pero es claro que cuando nos proponemos la Regla Fundamental, hacemos referencia específicamente a la particularidad, en tanto que ella molesta al Principio del placer. El Principio del placer consiste en no tener nada de particular. El principio del placer, es sin embargo eso a lo cual mucha gente aùn se ata: a lo cordial, a lo normal, en dos palabras. El análisis es algo que nos indica que no hay sino el nudo del sintoma (symptôme) para el cual es preciso evidentemente sudar un poco hasta llegar a aprehenderlo, a aislarlo; a tal punto es preciso sudar un poco que uno puede incluso hacer de eso un nombre, como se dice, de ese sudaje. Es lo que desemboca en ciertos casos en el colmo de lo mejor que puede hacerse: una obra de arte.
Nosotros, no es nuestra intención. No es en absoluto conducir a alguien a hacerse un nombre ni a hacer una obra de arte. Es algo que consiste en incitarlo a pasar por el buen agujero de lo que le es ofrecido, a él, como singular.

Traducción: Paula Hochman Vappereau

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